Presencia y
Esencia
A. H. Almaas
En general, la
gente raramente tiene, y nunca reconoce como tal, la experiencia de la esencia.
Así, empezaremos por considerar una clase de experiencia relacionada con ella,
de la cual se siente y se habla más comúnmente: la cualidad de presencia. La
expresión «estoy presente» se usa a menudo en círculos espirituales y
psicológicos, asumiéndose que el significado es comprendido. Nos preguntamos:
¿Qué significa esta expresión? ¿Qué significa, en realidad, estar presente? La
mayoría del tiempo la expresión no es usada de una manera muy definida o clara;
si se le pregunta, la mayoría de la gente es incapaz de explicar lo que
significa «estar presente».
Pero debe haber
una condición real que garantice el uso de la expresión «estoy presente». Ella
significa literalmente que hay un «Yo» que está presente en el tiempo. ¿Es
exacto este significado literal?
Obviamente
cuando decimos «estoy presente» no significamos exactamente que estamos
conscientes, de otra manera lo diríamos así. Hay una diferencia entre el
significado de «estoy presente» y el significado de «estoy consciente», aunque
los dos puedan coincidir frecuentemente ¿Qué hace que digamos «presente» en
lugar de «consciente»? ¿Qué hay en la experiencia de «estoy presente» que sea
diferente de la experiencia de «estoy consciente?
Queremos
averiguar el significado de presencia contemplando y analizando la efectiva
experiencia de presencia. Examinemos una situación familiar, la experiencia
estética. Mis ojos captan la visión de una hermosa rosa roja. De repente mi
vista está más clara, mi olfato más penetrante. Me parece estar en mi vista, me
parece estar en mi olfato. Hay más de mí aquí, viendo, oliendo y apreciando la
rosa.
Este fenómeno no
es simplemente uno de consciencia acrecentada, sino cuanto más de la rosa es
experienciado a través de mis ojos y fosas nasales, así tanto más de la rosa es
experienciado a través de mi sistema perceptual.
En la
experiencia de presencia aumentada, es como si yo encontrara mis percepciones a
medio camino. Es como si algo de mí, algo más o menos palpable, está presente
en mis ojos y en mi nariz. Algo en mí, además de mis canales perceptuales, está
participando en la experiencia de la rosa y esto es algo que no es memoria, ni
asociaciones pasadas con respecto a las rosas.
En un sentido,
mi mayor consciencia realmente aumenta la presencia de la rosa, o de cualquier
otro objeto estético, tal como un trozo de música o una pintura. Algunas veces
una mayor consciencia aumenta solamente cierta cualidad de un objeto: la
belleza de la rosa, su color, su olor o su frescura. Pero algunas veces la rosa
como rosa, como una presencia en sí misma, es sentida. Si esa experiencia es
suficientemente profunda, nuestra propia presencia es intensificada. «Me parece
estar más aquí», sería la expresión adecuada. Pero, ¿qué es esta presencia?
¿Hay realmente un «yo» que esté más presente o qué es, exactamente? Puede ser
la experiencia del asombro cuando se es confrontado con la inmensidad del
océano o la grandeza de una cadena de montañas. Puede ser la experiencia de
admiración cuando uno es testigo del heroísmo en un individuo o en un grupo, o
del coraje o intrepidez de un explorador.
Estamos
considerando los momentos, aunque raros, cuando sentimos como si hubiera algo
más de nosotros participando de la experiencia. Queremos entender lo que
significa «más de nosotros» ¿Más de qué? ¿Cuál es el elemento que da a nuestra
experiencia este sabor de presencia?
Estamos también
conscientes que algunos individuos tienen mayor presencia que otros. Decimos
«El tiene más presencia», o «El tiene una presencia imponente». Pero, ¿podemos
decir a qué nos estamos refiriendo realmente? No nos estamos refiriendo a la
cualidad de la presencia de la mente, la cual es una mayor consciencia. La
«presencia» en sí misma es más que eso.
La presencia
puede también ser sentida en momentos de intensa y profunda emoción cuando una
persona está plenamente sintiendo un estado emocional, no controlándolo o
inhibiéndolo, cuando está involucrado sinceramente en el sentimiento,
totalmente inmerso en él de una manera libre y espontánea sin juicio o
vacilación. Esto generalmente sucede cuando la persona se siente totalmente
justificada en sentir las emociones.
Por ejemplo, un
individuo podría tener la experiencia de una pérdida, como la muerte de un ser
querido, y así sentirse justificado de sentir la pena y la tristeza. Podría
involucrarse tanto en la tristeza, estar tan inmerso en ella, que los
sentimientos se profundizarán como si estuvieran a millas de profundidad,
llegando a honduras y profundidades cada vez mayores. Este estado podría llegar
a ser tan excesivo y denso a medida que se llega a estar más inmerso en él, tan
hondo y tan profundo como para sentirse penetrado por una especie de presencia.
Es como si la profundidad y la hondura fueran una presencia real, palpable y
completamente clara allí.
Otro ejemplo:
una persona puede sentirse justificada de tener ira e indignación por ser
insultada o tratada injustamente. El enojo puede llegar a ser tan fuerte que si
se deja llevar sin reservas por este sentimiento, la persona experimentará en
su ira una especie de fuerza que la potencia. Esta fuerza o poder es tan
claramente manifiesto que asume una presencia palpable. Es como si el poder
creciente de la irrestricta emoción evocara más de la persona. El se siente tan
presente en la emoción, tan en su centro, que una presencia substancial
claramente sentida parece impregnar la emoción y llenar el cuerpo. Su cuerpo se
siente lleno de poder, tan densamente que el poder llega a ser una presencia.
Esta presencia parece ser la fuente de la emoción y del poder, ambos en ella y
detrás o bajo ella. En tales momentos, la persona experimenta un intenso
contacto con el cuerpo, junto con una asombrosa capacidad de usarlo y
dirigirlo. Es como si en ese momento el individuo realmente existiera en sus
brazos, por ejemplo, y por ello poder usados con una inusual capacidad de
control, eficacia e inmediatez.
Bien, ¿qué es
esta presencia que existe en los brazos, en el cuerpo, que parece traer consigo
poder, energía, contacto y consciencia? Vemos que la presencia es más una
realidad que una idea o metáfora. Estamos teniendo la sensación de que la
presencia es mucho más profunda, más real que sentimiento o emoción. Nos estamos
acercando, aunque todavía vagamente, a una apreciación de lo que es la
presencia.
La presencia que
uno experimenta no tiene que ser la propia y no tiene que ser individual. Uno
puede experimentar la presencia de otro. Todo un grupo puede estar consciente de
una presencia. Incluso uno que no esté particularmente sintonizado con la
cualidad de la presencia no puede sino contactarla en algunas circunstancias
únicas e inusuales. Una de tales situaciones es que una madre dé a luz una
creatura.
Algunas veces, cuando
la madre no está bajo medicamentos, cuando ella está participando plenamente en
el nacimiento, su presencia puede manifestarse. La madre puede sentir una
plenitud, una fuerza, una determinación sólida, una inconfundible sensación de
que ella está presente en la experiencia, enteramente involucrada en ella.
La situación de
dar a luz es real; no es social, y no puede ser fingida. Para que una mujer lo
pueda hacer en plena consciencia, sin la ayuda de medicamentos anestésicos,
ella tiene que emplear a fondo todos sus recursos, aunar toda su fuerza
muscular y su determinación, y estar genuinamente presente.
Esta total
presencia de la mujer también puede ser percibida por otros. Uno puede verla
como la presencia de intensidad, de intenso sentimiento o sensación, o intensa
energía y atención. Uno también puede estar consciente de que la mujer está
presente en una forma inusual para ella. Parece tener una plenitud, parece
tener un fulgor, una radiación. La presencia es inconfundible, hermosa y
poderosa.
Si uno es
sensitivo y consciente, puede darse cuenta que la experiencia de presencia en
esta situación no reside sólo en la madre. Si todos los presentes están
participando plenamente -y esto a menudo sucede en tales ocasiones por su
dramática intensidad- entonces la presencia invade la habitación, llenándola e
impregnándola. Hay una intensidad en la habitación, una vitalidad palpable, la
sensación de una presencia viviente.
La experiencia
de presencia se siente más claramente cuando la creatura ha nacido, cuando ha
entrado al mundo. Uno puede entonces experimentar un cambio, una expansión en
la energía de la habitación. Uno siente que ella tiene definitivamente una
nueva presencia, una presencia fresca. Se experimenta a la creatura no
solamente como un cuerpo, sino como algo mucho más vivo y mucho más profundo.
Uno puede, si está sensitivamente atento, contemplar al recién llegado como una
presencia clara y definida. La creatura es un ser. Un ser está presente, sin
nombre, sin historia, Y allí, está bendiciendo.
Uno puede, en
efecto, observar que diferentes recién nacidos tienen diferentes cualidades de
presencia. La cualidad de la presencia no es un asunto de tamaño, de apariencia
o de qué sexo tienen. Cada uno parece tener su propia y única cualidad de presencia,
la cual es completamente obvia al nacer, y que continúa siendo el modo de ser
de esa particular creatura. Uno puede captar la emergente presencia como una
dulzura, una suavidad, una ternura. 0 la presencia es sentida como una paz, un
silencio, una quietud. Sin embargo, otro nos confronta con una presencia de
claridad, luminosidad y alegría. Otro puede llenar la habitación con fuerza,
solidez y firmeza.
Esta experiencia
de una situación que es llenada con cierta presencia también puede sentirse en
la pureza y soledad de la naturaleza. En momentos de quietud y soledad, una
persona llega a estar consciente de que el ambiente natural en sí mismo tiene
una presencia que afecta profundamente su mente y corazón. No es raro, cuando
uno no está ocupado con las preocupaciones del mundo, cuando la mente está
vacía y tranquila, que la naturaleza se presente no sólo como los objetos que
la constituyen, sino como una presencia viviente.
Una cadena de montañas altas y rocosas puede entonces sentirse como una inmensidad, una solidez, una inmovilidad, que está viva, que está ahí. Esta inmensidad e inmovilidad parecen algunas veces confrontarnos, afectarnos, no como un objeto inanimado sino como una presencia clara y pura, Parece contactarnos, tocarnos. Y si somos abiertos y sensitivos podemos participar en esta inmensidad. Podemos sentirnos uno con la inmensidad, la inmovilidad, la vastedad.
Una cadena de montañas altas y rocosas puede entonces sentirse como una inmensidad, una solidez, una inmovilidad, que está viva, que está ahí. Esta inmensidad e inmovilidad parecen algunas veces confrontarnos, afectarnos, no como un objeto inanimado sino como una presencia clara y pura, Parece contactarnos, tocarnos. Y si somos abiertos y sensitivos podemos participar en esta inmensidad. Podemos sentirnos uno con la inmensidad, la inmovilidad, la vastedad.
Tal como las
montañas tienen su presencia particular, así la tienen los bosques, océanos,
ríos y praderas, Uno puede sentir la presencia de un árbol, como Krishnamurti
relata en una de sus contemplaciones solitarias:
«Había una
intensidad alrededor del árbol, no la terrible intensidad de alargarse, de
tener éxito, sino la intensidad de estar completo, simple, solo y sin embargo
parte de la tierra. Los colores de las hojas, de las pocas flores, del tronco
oscuro, estaban intensificadas miles de veces ».
Podemos extender
nuestra investigación considerando la presencia en una situación de peligro.
Una persona frente a un extraordinario peligro, cuando su habilidad de
funcionar podría esperarse que estuviera reducida, se salvará por un
sorprendente poder o capacidad que surge desde dentro. Su percepción lleganá a
ser repentinamente aguda, su mente lúcida, su cuerpo ágil y de respuesta rápida.
El experimentará un nivel de coraje e inteligencia con los cuales no cuenta
normalmente, una extraordinaria fuerza y voluntad, un dominio inusual sobre su
mente, emociones y movimientos.
En tales
ocasiones podrían realizarse grandes proezas en respuesta a necesidades
vitales. Una persona podría sentir nebulosa o lúcidamente que un poder ha
despertado en ella. Es como si todo el ser se hubiera reunido en una intensidad
integrada, que hace posible la emergencia de una fuerza tranquila, una
presencia conmovedora que, deliberadamente y con conocimiento, actúa de acuerdo
a las necesidades del momento. La excitación se ha ido, las emociones están
ausentes, la mente está en silencio. Lo que queda es exactamente lo que se
necesita para afrontar la emergencia.
En aquellas
raras crisis de vida y muerte, cuando nuestras ordinarias capacidades de
percepción y acción nos fallan, puede emerger en nosotros un poder hasta ahora
desconocido: una presencia tranquila y serena que puede hacerse cargo y actuar
sin ser estorbada por nuestros pensamientos y estados emocionales. Esta
condición no es simplemente experimentada como la ausencia de pensamientos
molestos y conflictos emocionales. Hay más bien una presencia positiva de
poder, de una inteligencia superior que no es fisica, emocional o mental.
Este aumento
potencial de presencia en situaciones peligrosas es utilizado por algunas
personas, tipos aventureros o atléticos, para buscar o planear situaciones
peligrosas, que haga necesario para ellos el estar intensamente presentes. No
estamos hablando de la persona que busca una excitación emocional,
involucrándose en situaciones peligrosas. Este potencial de situaciones de
extraordinaria coacción es reconocida y utilizada por algunos sistemas de
desarrollo personal. El discípulo es estimulado a permanecer despierto y
presente en situaciones de extrema dificultad emocional o fatiga física. En
tales momentos la mente común de cada día no puede funcionar. El individuo
tenderá a descargarse emocionalmente o irse a dormir, si la fatiga es el
resultado de prolongada falta de sueño. Pero si se mantiene despierto, y
voluntariamente intentando estar presente en esta situación, podría emerger de
él una inteligencia o una fuerza que cambiaría todo su estado.
En el Budismo
Zen esto se logra dando al discípulo un koan, una frase o pregunta enigmática
que no puede ser entendida por la mente discursiva. La persona la examina en
todas las formas posibles para ella, hasta que llega a un agotamiento mental y
emocional. Si está listo, y la situación está madura, un momentáneo silencio y
quietud en él le traerá un destello de satori, una realización sin emoción y
sin palabras. Los seguidores inexpertos generalmente asumen que la realización
debe ser una especie de percepción interna. Sin embargo, las realizaciones más
profundas en el Zen son chispazos de plenitud de ser, de ser tal cual se es, de
la presencia de realidad. La realización profunda es la experiencia de la
presencia.
G. I, Gurdjieff,
el maestro ruso, usaba el método de someter a los estudiantes a extremo rigor.
Frecuentemente ponía a sus discípulos en situaciones tan difíciles que la
mayoría de ellos creía que no era posible tolerar. Los estudiantes debían
caminar largas distancias varios días, más allá de su capacidad ordinaria de soportar,
o debían realizar por días tareas domésticas sin dormir.
Algunos pensaban
que el propósito de estos esfuerzos era lograr cierta clase de fuerza y
resistencia, lo que es parcialmente verdadero. El real significado de aquellas
situaciones emerge cuando comprendemos que se suponía que al mismo tiempo los
estudiantes practicaran el «recuerdo de sí». El recuerdo de sí es definido aquí
como poner atención a la vez al ambiente interno y externo. Algunos de sus
estudiantes afirman que el recuerdo de sí también significa mantenerse
consciente de que uno está poniendo atención.
En efecto, esta
práctica es solamente un ejercicio que conducirá a su tiempo a un real recuerdo
de sí, que no puede ser explicado a una persona que nunca lo ha experimentado.
Si Gurdjieff hubiera significado por recuerdo de sí dividir la atención en dos
-una parte dirigida hacia el interior y otra parte hacia el exterior- habría
dicho: ponga atención hacia adentro y hacia afuera. ¿Para qué usar la palabra
«sí» y la palabra «recuerdo»?
Uno podría
argumentar que «recuerdo de sí» significa lo que uno experiencia internamente,
más nuestra consciencia o atención, Esto incluiría nuestras emociones,
sensaciones y pensamientos, más nuestra consciencia de ellos, pero esta
perspectiva es limitada. Se debe a no saber que nuestra experiencia interna
incluye realmente otras categorías de experiencia.
Vemos la
práctica de Gurdjieff de recuerdo de sí como el primer paso, el esfuerzo
inicial y necesario para que suceda un verdadero recuerdo de sí. Sin embargo,
si nos limitamos a este entendimiento, no podríamos nunca reconocer la
experiencia de un verdadero recuerdo de sí, porque nuestras preconcepciones
funcionarán como barreras a nuestra experiencia.
Gurdjieff
insistía que los esfuerzos usuales son inútiles para el desarrollo personal. El
hablaba de superesfuerzos, esfuerzos que trascendían los límites acostumbrados
de la personalidad y que no están dirigidos a satisfacer las pequeñas
necesidades habituales, «El hombre debe entender -decía- que los esfuerzos
ordinarios no cuentan, solamente los superesfuerzos cuentan». Y así es siempre
en todo. «Aquellos que no quieren hacer superesfuerzos harían mejor en
renunciar a todo y cuidar de su salud».
Superesfuerzo
«significa un esfuerzo más allá del esfuerzo que es necesario para obtener un
propósito dado», decía Gurdjieff.
Imagine que he
estado caminando todo el día y estoy muy cansado, El tiempo está malo, está
lloviendo y hace frío. En la tarde llego a casa. He caminado tal vez
veinticinco millas. En la casa hay cena: está caliente y agradable. Pero, en
vez de sentarme a comer, salgo a la lluvia otra vez y decido caminar otras dos
millas a lo largo del camino y luego volver a casa. Esto sería un
superesfuerzo. Mientras iba a casa era simplemente un esfuerzo y éste no
cuenta. Iba en mi camino a casa; el frío, el hambre, la lluvia, todo esto me
hacía caminar. En el otro caso, yo camino porque yo mismo decido hacerlo. Esta
clase de superesfuerzo llega a ser aún más difícil cuando yo no lo decido, sino
que obedezco a un maestro, el que en un momento inesperado requiere de mí un
nuevo esfuerzo cuando yo había decidido que los esfuerzos por el día estaban
terminados.
Por supuesto que
tales superesfuerzos desarrollarán fuerza y voluntad; pero Gurdjieff está más
interesado en el recuerdo de sí que en el fortalecer la capacidad de
resistencia de una persona. Ciertamente, parte del propósito yace en
desarrollar esta capacidad, pero no es el propósito principal. Un individuo
necesita solamente alistarse en el ejército para aprender resistencia; no
necesita trabajar con Gurdjieff.
El método de
Gurdjieff es para causar una fricción entre la consciencia del individuo y sus
manifestaciones habituales, así en el tiempo y las circunstancias correctas
emergerá de él un sabor del recuerdo de sí. Al escribir acerca de considerar
cómo lograr ciertas tareas que él se puso a sí mismo, él describe cómo la
totalidad de sus reflexiones lo conduce a la convicción de que podía realizar
todas sus tareas como resultado de las fuerzas que emergerían de la fricción de
su consciencia con las manifestaciones automáticas. El describe cómo al final
de esta percepción «todo mi ser estaba lleno por un singular sentimiento de
alegría, nunca hasta ahora experimentado... Simultáneamente con esto, dentro y
por sí sólo, sin ninguna manipulación de mi parte, apareció por decirlo así el
«recuerdo de sí», también con un vigor nunca experimentado antes.»
Es obvio que
aquí Gurdjieff se refiere al recuerdo de sí como una sensación y no como una
actividad o un discernimiento. Pero nos preguntamos, ¿sensación de qué? El dice
que es la sensación de recordarse a sí mismo. Pero nosotros estamos tratando de
entender lo que recordarse a sí mismo significa. Hasta aquí solamente
entendemos que el recuerdo de sí es una sensación de algo.
Entendemos aquí
que esta sensación no es otra cosa que la sensación de presencia en uno mismo.
Los métodos de Gurdjieff fueron diseñados para ayudar a la persona a estar tan
presente en aquellas situaciones de esfuerzo que la presencia llegue a ser una
experiencia palpable y definida. Cualquiera que tenga una impresión de
Gurdjieff a través de experiencia personal o a través de sus escritos y obra,
sin duda tendrá una experiencia de Gurdjieff como presencia. Podemos llamarlo
poder, podemos llamarlo voluntad, o podemos llamarlo fuerza. No obstante, la
impresión es definitivamente la de una presencia impresionante y poderosa. Esta
es una presencia que nos confronta. Es una presencia que está más allá de las
palabras y de acciones específicas, una presencia que es Gurdjieff.
Y la presencia
de Gurdjieff es Gurdjieff, Por eso es que él usa el término «recuerdo de sí».
Es él quien está presente como una presencia verdadera y palpable, más allá de
sus palabras, sus ideas, sus acciones. Así podemos decir que lo que significaba
recuerdo de sí es justamente eso. Es el recuerdo de sí mismo. Gurdjieff
empleaba la frase literal y simplemente. La gente que no lo entiende hace que
esto suene totalmente complicado, pero cuando el recuerdo de sí ocurre, se ve
literal y simple; lo que es real en la persona está presente, recordado después
de ser olvidado. Gurdjieff tituló su último libro: «La vida es real solamente
entonces, cuando yo soy». Hay realidad solamente cuando yo me recuerdo a mí
mismo, cuando yo experimento que «yo soy». El también asegura en el mismo libro
que una persona puede hacer -es decir, actuar consciente e intencionalmente, y
sin condicionamiento- sólo si está presente, si existe conscientemente.
Aquí recordamos
aquellas situaciones de extraordinaria dureza donde un individuo puede actuar
no obstaculizado por los habituales estados de consciencia. Así, de acuerdo con
Gurdjieff, estas situaciones involucran estados de recuerdo de sí. Lo que
llamamos presencia se ve aquí como la presencia de lo que es real en una
persona. «Estoy presente» significa «Lo que es real en mí está aquí». Es la
experiencia consciente de existencia. Es la experiencia de «yo soy».
Aunque hemos
hecho la conexión entre presencia, recuerdo de sí, y la experiencia de «yo
soy», una persona podría objetar que es muy vago y nada ha sido probado hasta
ahora. Esto es verdad. No estamos tratando de probar nada. Este no es un
razonamiento lógico. Estamos solamente buscando una apreciación, un saborear un
reino de experiencia que la mente no puede captar directamente. Este es un
reino que no se puede alcanzar por la lógica y la argumentación. Puede sólo ser
experimentado directamente, y por eso hay escuelas y sistemas dedicados sólo a
originar y desarrollar esta experiencia.
Al discutir el
uso del recuerdo de sí de Gurdjieff, hemos sido capaces de conectar la
experiencia de presencia con la experiencia de existencia. «Estoy presente» es
la experiencia consciente de «yo existo». Es la consciencia de una presencia
viviente que existe, que es, no es simplemente la consciencia de los muchos
pensamientos, sentimientos y emociones, por lo que el darse cuenta es el
requerimiento preliminar del recuerdo de sí, y no el recuerdo de sí como tal.
Gurdjieff llamó
a la verdadera parte de nosotros, la parte que puede tener la experiencia de
«yo soy», nuestra esencia. El definió la esencia como la parte con la cual
nacemos y que no es el producto de nuestra crianza o educación. Así en la
experiencia de presencia lo que está presente es la esencia, nuestra verdadera
naturaleza, la cual es independiente del condicionamiento.
Presencia y
esencia son lo mismo. Hemos discutido la presencia para dar un sabor de lo que
es la esencia. Como vemos, la esencia es la parte de nosotros que es la
experiencia del «yo soy». La esencia es la experiencia directa de la
existencia, Por supuesto la esencia puede experimentarse como otras cosas,
tales como amor, verdad, paz, etc. Pero el sentido de existencia es su
característica más básica. Es lo más claro, es el aspecto más definido que lo
separa de otras categorías de experiencia. La esencia es, y eso es lo más
básico de su experiencia.
Esta experiencia
de «yo soy», de directa aprehensión de existencia, no es una experiencia mental
o emocional y no puede ser comprendida desde las acostumbradas perspectivas de
experiencia, La mente puede pensar acerca de la existencia, pero no puede
alcanzarla. Nosotros hemos visto esto al discutir la presencia. La respuesta a
la pregunta «¿Qué es la esencia?» es «Aquel dentro de nosotros que puede tener
la experiencia de «yo soy». La esencia es la única parte dentro de nosotros que
está directamente consciente de su propia existencia. Consciencia de su
existencia es una intrincada cualidad de la esencia. Un autor tibetano dice: «Por
lo tanto, (experiencialmente) un estrato fundamental de existencialidad (Sku),
y una fundada y prístina cognitividad (ye-shes), habiendo existido como tales
desde el principio, por lo que una no puede ser añadida o sustraída de la otra,
están presentes como la misma naturaleza del sol (y su luz).»
Uno podría
argumentar que toda la gente sabe que existe, aunque no pudieran conocer su
esencia. Esto es a la vez verdadero y falso. Ellos saben que existen, pero no
lo saben directamente. El acostumbrado conocimiento de la existencia es a
través de la inferencia: no es un conocimiento directo. Este punto ha sido
discutido extensivamente por los filósofos. El modo habitual del conocimiento
de la existencia es sintetizado por Descartes, Cogito ergo sum (Pienso, luego
existo). Podemos inferir la existencia solamente por variadas clases de
experiencia. Generalmente pensamos que existimos porque podemos ver nuestros
cuerpos, oír nuestras voces, sentir nuestras sensaciones, etc. Descartes fue
más refinado al decir que nosotros sabemos que existimos, porque sabemos que
pensamos.
Así hay siempre
una inferencia de alguna percepción y la inferencia es algo de lo cual tenemos
una idea muy vaga. Cuando una persona dice: «Yo pienso, luego existo», ¿qué
quiere decir la persona por «yo»?, ¿tiene claridad de lo que significa?
Y porque hay
inferencia, no hay tal certeza. Podría ser lógico, podría ser una certeza
existencial real, profundamente sentida. La certeza no existe en la inferencia
porque la certeza de la experiencia existencial necesita la experiencia
directa, de hecho, la más directa percepción y experiencia. Y ésta es la de
identidad, cuando somos lo que experimentamos, cuando la percepción es tan
directa, cuando lo que percibes y lo que es percibido es la misma cosa. Esto es
exactamente la experiencia de esencia.
Aquí no hay
inferencia de algo más. Es la experiencia más directa. El que experimenta y la
experiencia son la misma cosa. No hay separación entre sujeto y objeto. El
sujeto y el objeto son lo mismo: la esencia.
No es solamente
que no hay inferencia. No hay tampoco un medio que permita la percepción.
Generalmente hay un medio intermediario que posibilita al sujeto experienciar
un objeto, Cuando el ojo ve un objeto el medio intermediario es la luz, pero
cuando la esencia es consciente de sí misma, no hay intermediario. El objeto,
el sujeto y el medio de percepción son todo lo mismo. También el órgano de
percepción es la esencia misma. Hay en la experiencia solamente esencia. La
esencia es el sujeto. La esencia es el objeto. La esencia es el medio de
percepción, la esencia es el órgano de percepción. La esencia es la
experiencia. No hay separación alguna, no hay dualidad y no hay diferenciación.
La experiencia
de la esencia como existencia, la experiencia de «yo soy» no es como si hubiera
un sujeto que es el actor de la existencia. El «yo» y el «soy» no están
separados, El «yo soy» es una experiencia unitaria. La naturaleza de la
esencia, del verdadero sí mismo, es existencia. El «yo» mismo es existencia.
Así, es más
preciso decir que la parte de mí que existe está presente. La esencia es la
única parte de mí que realmente existe, en el sentido de experimentarse a sí
misma como pura existencia, pura presencia.
Hemos
investigado la cuestión de la presencia y hemos visto que la presencia es la
presencia de nuestra esencia. Es la parte verdadera en nosotros, la parte no
condicionada o producida por el ambiente. Es nuestra intrínseca naturaleza.
Hemos visto que la esencia es la única parte que está consciente de su propia
existencia directa e íntimamente, y con certeza.
Traducido y
extractado por Sofía Roepke de:
"Essence"
Samuel Weiser
Inc.
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