Por
Ana María Schindler
Psicóloga
y Canalizadora
anaschindler1@gmail.com
Hacer lo que nos gusta
¿Hacer lo que nos gusta?
Parece
algo inalcanzable y sólo para algunos priviligeados. Nuestros condicionamientos, estructuras y
aprendizajes adquiridos desde temprano, nos han trazado un camino muy claro: estudiar y competir desde el inicio de nuestras vidas. Desde niños
pequeños para obtener un cupo en un
colegio hasta pre-universitarios que necesitan generar un gran rendimiento para
entrar a una universidad y luego el esfuerzo y el trabajo duro para mantener un
trabajo y lograr el tan anhelado éxito,
y quizás recién después de todo eso, podemos lograr algo de felicidad o hacer lo que nos gusta.
Lo
que podemos apreciar hoy en día es que la frustración e insatisfacción crónica con nuestras formas de
vida, han ido ganando cada vez más
espacio, las consultas por trastornos del ánimo
y trastornos de ansiedad se disputan el ranking del primer lugar de
atención en salud mental.
En
el esfuerzo inagotable por mantener un trabajo, donde las jornadas laborales son cada vez más largas, en
la mayoría de las empresas, es de mala
educación irse a la hora, y la gran mayoría ha ido retrasando su horario de
salida llegando cada vez más tarde a sus casas, situación que va inevitablemente
mermando la calidad de vida, la vida familiar y por supuesto la vida personal.
Claramente
hoy podemos comprar más “cosas”, autos cada vez más sofisticados en una ciudad
atochada de vehículos, vacaciones “soñadas” en playas paradisíacas, donde poco
y nada podemos conocer de la cultura y de la gente de esos países, y claramente
podemos comprar “belleza”, para mantener un cuerpo artificialmente joven y
atractivo.
Sin
embargo, no hay duda alguna que la felicidad no la encontramos como un bien de
mercado, o envuelta en un paquete atractivo ofreciéndose por algunas monedas.
En
algún momento de la vida, todos llegamos a un cuestionamiento común: ¿a qué vinimos a esta vida? ¿Cuál es el
sentido de nuestra existencia? ¿Cómo podemos ser felices? ¿Cómo salimos del
sufrimiento? ¿Cómo encontrar a la pareja perfecta? ¿Cómo ayudar a nuestros
hijos? , en fin, la lista es larga e interminable.
Un primer paso es voltear la cámara
hacia dentro y bucear dentro de las profundidades de uno mismo, conocerse y desarrollarse
internamente, darse cuenta de las trampas psicológicas que hemos adquirido y
aprender a conectarnos con lo que queremos, con lo que nos gusta, con lo que
vibramos, con lo que nos abre y expande, con lo que nos entrega felicidad y
armonía, desarrollando nuestro ser y espiritualidad.
Un
segundo paso es atreverse a dar el salto, decidirse y tomar la responsabilidad
de nuestra vida. ¿Cómo puede ser que vivamos y trabajemos en lo que nos gusta?
Si confiamos en que antes de encarnar en este plano, hubo decisiones que se
tomaron, entendiendo que venimos a hacer lo que nos entrega sentido. Entonces,
nuestra “misión” comienza a manifestarse.
Un
tercer paso es descubrir qué tipo de ayudas tenemos desde otras dimensiones de
la realidad. Maestros espirituales,
seres de luz, ángeles, familiares fallecidos, nos pueden asistir, ayudar, guiar
y hacer que nosotros lleguemos a realizar nuestras tareas y a cumplir nuestros
propósitos, entonces podemos desarrollar meditaciones con ellos para generar un
contacto más íntimo. También podemos pedirles que se nos revelen a través de
los sueños o simplemente que nos ayuden
a significar el día a día con la sincronía y con la sabiduría de que somos
parte de un “Todo Mayor”, donde constantemente podemos recibir señales y
revelaciones, siempre y cuando estemos abiertos a que eso suceda.
Finalmente
el proceso consiste en que nos vamos tornando más amorosos con nosotros mismos,
con nuestro prójimo, con nuestro entorno y con todo lo que nos rodea,
conduciéndonos hacia una “aceptación” de nuestras elecciones.
En
mi experiencia como psicoterapeuta y canalizadora, todos estamos en este plano
material para aprender, para evolucionar, para internalizar experiencias y
“ascender” en nuestro crecimiento espiritual. Depende entonces de nuestras
decisiones, si de paso, nos iluminamos en algo, tomamos más consciencia, nos
expandimos, nos hacemos más amorosos, el aprendizaje entonces es más claro, más
dulce, más feliz y poderoso.
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